“Hemos
llegado a un punto en que podríamos apelar más aún al deber de
consumir que al deber de producir, según hemos dicho. Abundan los
brazos, pero sobre todo abundan los cerebros científicos i técnicos
para resolver todos los problemas de la producción y la
distribución; podemos disfrutar al fin de la paz y de la abundancia
que la humanidad no ha conocido todavía mas que fugazmente, como
etapa de preparación para la nueva guerra. El hombre de nuestros
dias no tendria perdón ni disculpa si, en lugar de aprovechar para
el bien, para la dicha y la paz todos los recursos de que se puede
disponer, los aprovechara o mallograra para crear un capitalismo de
Estado omnipotente y totalitario o para destruir localmente hasta las
bases mínimas de sustentación física sobre el globo. Un mundo
unido o ninguno; un mundo feliz o un mundo en escombros; una economia
no capitalista, para la plena satisfación de las necesidades
humanas, o el debate estéril en la contradicción, la inseguridad y
el temor.”
Diego Abad
de Santillán, 1976
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